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El colodión húmedo es un procedimiento fotográfico citado en el año 1850 por Gustave Le Gray, quien fue el primero en indicar un tratamiento con este compuesto, consiguiendo imágenes mediante el revelado con sulfato de hierro amoniacal. Frederick Scott Archer publicó en 1851, en Inglaterra, un estudio de tal agente que supuso un gran avance en el desarrollo de la fotografía. El método supone la utilización del colodión, una especie de barniz que se vierte líquido a las placas. El colodión se sensibilizaba en nitrato de plata. Las placas de vidrio tenían que estar muy limpias, para poder obtener imágenes nítidas y sin manchas.
Se llama colodión húmedo porque la placa debe permanecer húmeda durante todo el procedimiento de toma y revelado de las imágenes.[1] Esto suponía que los fotógrafos tenían que llevar consigo el laboratorio fotográfico a fin de preparar la placa antes de la toma y proceder a revelarla inmediatamente. Se generalizó así el uso de tiendas de campaña y carruajes adaptados como laboratorios por los fotógrafos que trabajaban en el exterior.
Otro de los inconvenientes de este método era el de la fragilidad de las placas de vidrio empleadas como soporte, que a veces acababan rayadas o rotas, posteriormente.
Con el empleo de este procedimiento se consiguió reducir el tiempo de exposición a unos segundos, lo cual provocó una disminución de los costes. Otra de las grandes ventajas era la estabilidad de la capa de colodión aplicada.
Su generalización motivó el abandono del empleo de otros procedimientos como el daguerrotipo (que no permitía sacar copias), o el calotipo (que presentaba menor nitidez).
También supuso el acceso al mercado de imágenes de celebridades contemporáneas, por parte de la burguesía, normalmente en pequeñas fotografías del formato tarjeta de visita, en copias a la albúmina, que se coleccionaban en álbumes.